lunes, 21 de noviembre de 2011

II - Desafinando.

Su voz entonaba un sol un poco desafinado, y yo sólo quería que aquel sol no acabara nunca. Sus dedos se perdían en las cuerdas de la guitarra y una suave melodía se mezclaba con el aire de aquella habitación de la cual sólo queda el recuerdo. Un par de fotos de una época mejor pegadas con un celo amarillento que estaba despegando el yeso de la pared, un póster de aquellos cuatro chicos de Liverpool y la ventana con gotas que jugaban por el cristal a ver cuál llegaba primero a la meta. La cama estaba deshecha, no me tenía que impresionar, ya no. Sin más, su boca se cerró y la canción que estaba cantando se quedó a medias, iniciando un silencio que ya no era incómodo. 
-¿Qué hacemos? - Me dijo.
Como si fuera poco todo aquello.


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